CRONICA COLOMBIA Sur
Feliz octubre a todos!
Septiembre se acabó y el año va tan rápido.
Nosotras pasamos este último mes y el final de
agosto por Bogotá, en casa de Rosalia y Jaime, los papás de Sonia.
Descansando de la ruta viajera, encuentros con
familiares y con amigos.
Y viviendo un momento histórico en Colombia. Mañana
2 de octubre es el “Gran Día”, pero esto será motivo de otra crónica.
Con algo de nervios, como pasa a menudo al cruzar
fronteras, y más en este caso. En la anterior visita (2011) Ainara tuvo un
“problemita” con el sello en el pasaporte (que acabó con una multa) y Sonia
casi no sale de “su” país por no tener pasaporte colombiano y sólo español (y así
sigue viajando).
Por fortuna, tras una larga fila en la frontera de
Rumichaca, todo fue bien. Bienvenidas a Colombia con un sello de 90 días en el
pasaporte y sin molestar en nada!
Mejor suerte que la del par de Haitianos que
estaban en mitad del puente fronterizo, en tierra de nadie y la fila de cientos
de ellos que andaban por las oficinas de migración de Pasto, la gran ciudad
cercana.
Pasamos rápido por Pasto y Popayán, que visitamos 5
años atrás, para llegar a Cali.
Esta vez no llovía en Pasto pero seguía sin verse
el volcán Galeras. Nos quedamos una noche
con Caitlin, una sudafricana que ha venido de
“english teacher” con el programa “Colombia Bilingüe” para mejorar el inglés en
los colegios públicos.
Tomamos un minibús (hay miles por Colombia) para
llegar a Popayán, agotadas, tras 6 horas con “millones” de curvas. Recorrimos
de nuevo por unas horas las calles coloniales de la “ciudad blanca” y ya
estábamos de nuevo en un minibús rumbo a Cali.
Cali queda en medio de un largo valle, con enormes
cultivos de caña, entre las cordilleras occidental y central, y en un
“momentico” llegamos desde Popayan a la tercera ciudad de Colombia. Llegamos
justo a tiempo para el Petronio Alvárez, un festival Afro-colombiano, música y
mucho más.
Nos quedamos 5 noches en Cali. Muy afortunadas de conseguir
2 “couchs” en estos días de ajetreo. Además cerca del festival, en unos barrios
tranquilos y ajardinados de la ciudad.
Primero nos quedamos con Shelly,
Maricela&Felix, una familia Colombo-Americana. Las chicas son también
profesoras de inglés pero hablamos en español! Fuimos juntos y con otros amigos
a nuestra primera tarde-noche en el festival.
Conciertos en varios escenarios, comida,
artesanías, talleres, decenas de marimbas. Mucha oferta para todos, adultos y
niños. Y con acceso totalmente gratuito y fantásticamente organizado.
100% Pacífico, 100% Afro-Colombiano! En toda esta
región, sobre todo en la remota y aislada costa del Océano Pacífico, hay mucha
población negra. ¿Adivina quién recogía la caña y trabajaba de esclavo en las
fincas del Valle?
Este festival es un orgullo para todos estos
Afrodescendientes, para revindicar su música, su cocina, sus costumbres. Y es
un desfile de bellas mujeres, de telas africanas, de peinados increíbles. En
Colombia y en tantos sitios de América estas gentes han conservado su cultura
africana tantos siglos (pudimos ver las conexiones recorriendo el sur y el este
de Africa) y le han dado un toque criollo. Qué festival más interesante! Además
se está valorizando cada vez más a esta población Afro-Colombiana!
Al festival fuimos 2 noches (qué temperatura tan
ideal la de Cali a esa hora). En Cali hace mucho calor de día y necesitábamos
descansar!
Sara, la otra “couch” nos llevó también a recorrer
los alrededores de Cali. Subimos al Cristo a ver las vistas y fuimos a caminar temprano
el domingo por el río Pance, típico lugar de “paseo de olla” (o sea plan dominguero
familiar en el río). Además de hablar con Sara muchas horas, de ver los
Olímpicos de Río (varios oros para Colombia!) y de reírnos tanto!
Sara nos contó sobre su amor por Cali. Una ciudad
agradable, relajada. Siempre hay algún festejo y alegría en esta ciudad!
Capital mundial de la salsa (con respeto de Cuba, eh!), incluso hay un “Salsódromo”
durante la Feria de Cali. Pudimos ver un ensayo junto al Petronio, con pruebas
de las acrobacias locas de estos bailarines. Y practicamos unos minutos en plan
pasitos en el Pance.
Pasamos lindos momentos en Cali! Gracias a todos los que conocimos!
Tomamos de nuevo la ruta, enfilando hacia Bogotá.
Angela nos recibió en Armenia, en pleno Eje
Cafetero. Ya recorrimos parte de esta bella región con Rosalia unos años atrás
(no olvidamos los verdes y las altísimas palmeras del Valle de Cocora).
Una suerte que Angela disponía de tiempo y que su
amiga Marta Inés nos llevó en carro a recorrer parte del Quindió. Es uno
departamento muy chiquito, resulta fácil y agradable recorrer sus tranquilas
carreteras rurales, pueblos y fincas. Escenas muy típicas en todas las plazas
de los pueblos, sombreros, ponchos, caballos, una vida relajada en estas
tierras de clima agradable (estamos a unos 1.500 m).
Pudimos ver de cerca todo lo relacionado con el
café.
Marta Inés vive en una finca familiar cafetera y nos invitó a un “tinto”,
a ver sus orquídeas y cafetales. La temporada está siendo muy seca y eso es
malo para la cosecha además de que faltan recolectores (el trabajo es duro y no
lo pagan bien).
Muchas gracias!
Atravesamos La Línea, la carretera que de
rectilínea no tiene nada para cruzar la cordillera central. Lleva casi un siglo
en obras, “disque” haciendo túneles y puentes. 4 horas de bus para hacer los 80
km que separan Armenia de Ibagué. Paciencia!
Y llegamos a Ibagué, la ciudad musical de Colombia,
donde Sonia pasó su infancia y descansamos solas unos días en el apartamento
familiar.
Calor tropical antes de subir a Bogotá.
Fuimos a un par de conciertos
(gratuitos!) y nos visitaron Laura, Dani y Flora, nuestros amigos
colombo-brasileiros que nos recibieron en Iguaçú y que ahora viven por esta
“Tierra Caliente” de Colombia. Lindo re-encuentro!
Vuelta a Bogotá, 5 años después, para más
re-encuentros. Continuarán nuestros días por Colombia.
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