Crónica por el Caribe Mexicano.
Nuestros ojos se fueron maravillando de turquesa en turquesa: los azules de mares, lagunas y cenotes son impresionantes. Arenas blancas a menudo tan finas como el talco y aguas con una transparencia impresionante.
Y como nos encanta nadar y pasear por las playas, fuimos felices en esta parte costera de la península del Yucatán.
Toda la península es plana y rocosa, cubierta de bosques bajos y el subsuelo está perforado y lleno de agua dulce así que donde abres un hueco encuentras un cenote. Las iguanas y lagartos abundan, es un paisaje muy curioso. Dicen el meteorito que acabó con los dinosaurios impacto por estas tierras.
Tierras Mayas, no faltan ruinas para entretener a los turistas además de cientos de actividades, parques temáticos, centros comerciales, vamos, hay para todos los gustos y bolsillos y el servicio ofrecido es realmente bueno, de ahí el gran éxito internacional de esta región caribeña así como su clima tropical.
Una región que vive ajena a los grandes problemas de seguridad de otras zonas de México, sin “zona caliente” de momento, aunque no se libran de la corrupción (presente en todo lado). Y nos sorprendió día tras día que los periódicos locales (la mayoría muy amarillistas y alarmantes), hablan del deterioro en Cancún: balaceras, ajustes de cuentas, narcos y demás tensiones. En la zona hotelera no se vive nada de eso, es un oasis turístico bien blindado y controlado, para que el suministro de droga y de todo lo que pidan los turistas esté garantizado.
El contraste con Centro-América fue bestial. Acá los gobiernos invierten algo para la gente: costaneras, parques y plazas con wifi, campus universitarios, las carreteras están correctas, hay terminales de bus (el transporte es más caro pero mucho mejor, en modernos buses y furgonetas con AC), surtidos supermercados (más barato todo que en los países vecinos del sur).
Vamos, que hay calidad de vida en México aunque también un enorme clasismo y desigualdad social. Mucha gente vive con lo justo, abundan los fraccionamientos sociales y hay decenas de rebuscadores y vendedores ambulantes.
Fuimos subiendo la costa poco a poco, parando en los principales rincones, felices con la hospitalidad de Couchsurfing en casi todos los lugares. Esto nos permitió alargar la estancia y evitar el contacto con el gran turismo de masas además de conocer la vida de los locales (aunque casi nadie es de esta región, tierra de migrantes en busca de oportunidades).
Seguimos acampando en Mahahual, un pueblo en la costa, donde aún perduran pescadores y lanchas, quedan arrecifes y peces pero el pueblo vive de los cruceros, que llegan a este rincón de la Costa Maya.
De ahí para el norte, empieza la turística Riviera Maya. Unos 150 km de costa y playa, cada vez más desarrolladas y construidas, desde Tulum a Cancún pasando por Playa del Carmen. Es la zona más “agringada” de México, todo moderno y nuevo, surgido en los últimos años, con la explosión turística y las remodelaciones tras el paso de huracanes.
Hay más Argentinos que Mexicanos, sobre todo por el litoral y la comercial y peatonal Quinta Avenida, con el desfile incesante de gentes, noche y día.
Porque no falta actividad en Playa (como le dicen abreviando): discotecas, antros (bares), “beach-clubs”, centros comerciales, tours, parques temáticos (cuestan casi 100US$!), travesía a Cozumel y toda una oferta náutica: paracaídas, motos acuáticas, veleros, kayaks. Vamos, para que los clientes de los hoteles “todo incluido” estén entretenidos todo el tiempo.
En las afueras, disfrutamos de la tranquilidad de Playacar, una urbanización privada con hoteles, golf, casas millonarias y apartamentos, gracias a Manuel, durante una semana. También fuimos a Akumal, una zona especial donde van tortugas, manta rayas y peces, puedes nadar con toda esa fauna, que sigue inmune a la presencia de turistas.
Dicen es el lugar del mundo con más visitas de cruceros (llegan desde Miami y el sur de los USA), hasta 7 barcos gigantes al día en temporada alta! Delfinarios, manta-rayas, “beach-clubs”, ruinas, descapotables, motos, jet-lanchas, no falta oferta para que los cruceristas se dispersen por la isla.
Eddie y su perrita Dixie nos dieron todo un lujo, al ofrecernos una habitación en un condominio frente al mar (la mayoría de propietarios son gringos pensionados como Eddie). Ricas cenas, vinos, paseo por la isla y amistad. Nos encariñamos con ellos, tan lindos!
Luego Jean-François, un submarinista de Quebec, nos prestó su apartamento de soltero. Y finalmente conocimos a Heidi, una viajera global, y en su casa coincidimos con otros surfers. Como dice el eslogan turístico, “hay un antes y un después de Cozumel”, la isla nos fascinó! Disfrutamos a tope, por su mar aunque no tiene muchas playas como en la Rivera Maya, por la gente que conocimos y su ambiente relajado y tranquilo. Sin duda un buen sitio para un luna de miel en este Caribe Mexicano.
Descansadas, seguimos subiendo la costa viendo los gigantescos resorts tan grandes como pueblos. Llegamos a Cancún, la famosa meca del turismo mundial de playa. La ciudad es ya inmensa, creada en 1970.
¿Su fama? Fue elegida por un comité de inversores, planificada y montada para el disfrute de los turistas. Arenas blancas y un mar turquesa que enloquece, en más de 20 km, sobre una lengua de tierra entre Caribe y una laguna llena de cocodrilos. Playas tipo piscina y otras oceánicas, hay para todos los gustos, aunque actualmente ya casi no quedan dunas sino montañas de hoteles, a cual más inmensos, tipo “all inclusive”.
Nos quedamos con una familia por la ciudad para ver cómo viven los locales. Aún queda algún parque con iguanas, coatís, cocodrilos y pájaros (dicen habían jaguares hasta no hace tanto tiempo) y una plaza llena de comida para saborear algo de la variada gastronomía mexicana. En ello vamos en la degustación, con nombres extraños (hace falta un diccionario mexicano-español), entre tortillas, tostadas, totopos, panuchos y salbutes, carnes y salsas, donde nunca falta al picante chile Habanero del Yucatán (dicen de los más picantes del mundo).
Tuvimos la suerte que Jessica nos aceptara en su “depa” en plena Zona Hotelera, un lujo vivir unos días frente a los inmensos hoteles a pié de playa. Nos contó muchas anécdotas de los hoteles, ya que esta joven de poco más de 20 años se vino a probar suerte y ahorrar trabajando en hostelería. Bueno, lo que pueden gracias a las propinas ya que los grandes resorts pagan lo mínimo a gran parte del personal (es decir menos de 300 dólares) y en contratos cortos.
Así es que paseamos parte de los 20 km de playas de Cancún, cada rincón muy diferente. Hoteles unos tras otros, bastante llenos (ya no hay temporada baja!). Siempre hay gente, entre el invierno del hemisferio norte, vacaciones, extranjeros y mexicanos y está de moda no solo para lunas de miel sino para bodas en la playa (vimos varias, hasta de asiáticos).
Descubrimos que Cancún es sinónimo de fiesta para jóvenes gringos que recién cumplen 18 años (mayores de edad ya en México pero no en los Estados Unidos) y que por no esperar hasta los 21 viajan a Cancún, para hacer lo que no pueden en su país. Los “Spring Weeks” y que también hay una versión para jóvenes negros de los USA. Barras libres en los hoteles, bañistas con cervezas y copas dentro del mar, carísimas discotecas con shows como el Coco Bongo (entrar cuesta unos 60 US$!), vamos, todo un montaje!
Aprovechamos para ir a Isla Mujeres, no en caros tours como muchos, sino en el barato ferry de autos. Una isla habitada desde tiempos remotos que maravilla por su playa tropical casi de postal, si no fuera por las decenas de veleros, lanchas y catamaranes con cacofonía de música. Paraíso demasiado cercano de la super-visitada Cancún.
Nos despedimos del Caribe, tras semanas disfrutando de sus aguas. Aunque “efervescentes”, con gran comezón por el cuerpo. No sólo por los “chaquistes” (jejenes de arena) sino porque estos mares están muy vivos, con algas irritantes, pulgas marinas (un letrero en Cancún dice que vienen de las medusas), todo ello retro-alimentado por el sudor (el calor es tenaz). Complicado paraíso caribeño, por lo menos para nuestros sensibles cuerpos!
Justo al límite del Caribe, pero sus aguas son ya más grises, se siente el Golfo de México, poco profundo, calmado y rico en manglares, lagunas, pájaros. Todo caro por esta isla, que han puesto de moda como el destino exótico, otro concepto diferente a la Rivera Maya, no tan masificado y con un toque rústico. Se puede caminar descalzo y eso parece que se paga caro en estos tiempos modernos.
Nos acompañó por unos días Cecilia, una chilena de nuestra edad (o sea, joven y activa como nosotras, a pesar de ser abuela). La conocimos en Cozumel, viajaba sola, su primera vez fuera de Chile, huyendo del invierno austral. Así es que le dimos cursillo de mochilera, se inició al Couchsurfing y nos siguió los pasos por el estado de Yucatán y el occidente de la península. Pero esa será otra historia. Continuará!
Un destino más allá de los resorts “todo incluido”, hay oferta de todo tipo y para todos los bolsillos (que no sea excusa que se encuentran habitaciones en Airbnb desde 250 Pesos, no llega ni a los 15 dólares). Vamos, un destino 100% recomendado.
Os dejamos con la sinfonía de azules del Caribe Mexicano.
Podeis ver el Album de Fotos Caribe de México.
Hola chicas!
ResponderEliminarComo echamos de menos nuestra querida peninsula de Yucatan! y que lastima que ya no estemos por alli ya que hubiera sido muy bonito encontrarnos por la calurosa Merida.
Un abrazo y os esperamos en Vancouver :)
Mis queridas amigas, que buenas fotos, México, lindo!!
ResponderEliminarBesos y recuerdos
Laura
Hola, amigas! Su viaje es siempre maravilloso! Suerte!
ResponderEliminarBelleza de photos y las dos sireneas.
ResponderEliminarVale chicas! Ya saben que México es de mis favoritos. Para septiembre espero saltar para allá! Abrazos, Juan Luis
ResponderEliminarGracias a todos amigos por los comentarios y ánimos para seguir escribiendo! Besos desde Veracruz, Mx.
ResponderEliminarHola mis amigos, estoy feliz de ver que todavía viajan y se divierten. Ten cuidado. Dixie y yo siempre te recordaremos.
ResponderEliminar