Crónica Costa Rica

CRONICA DE COSTA RICA

En los primeros días de noviembre, salíamos huyendo de Panamá y de sus Fiestas Patrias (los Panameños trabajan 6 días a la semana y valoran enormemente cualquier feriado). 

Cruzamos nuestra primera frontera terrestre en Centroamérica y ya notamos el cambio respecto a viajar por el sur del continente: aquí hay que pagar derecho de paso y estar muy atentas con los listillos que te quieren engañar con el transporte!!!

Se han inventado un impuesto municipal que o lo pagas o no pasas. Así que nos tocó soltar 4$ cada una para salir de Panamá y empezar a buscar el bus que supuestamente no existe. Por suerte la gente es muy amable y está dispuesta a ayudar.

En los últimos años Costa Rica se ha catapultado como destino turístico a escala internacional, con grandes campañas de publicidad e inversión extranjera. Es un país estable que se salvó de dictaduras, guerras y demás penurias que sufrieron los vecinos. Parece que fue el gran elegido de Centro-América.

Muchos Gringos optan por venir al ser destino tropical, algunos jubilados para pasar el invierno, también jóvenes para surfear. Hay Españolitos que vienen de luna de miel en plan alternativo al todo incluido de Cancún; Alemanes y Franceses para explorarlo en plan más aventurero. Y quedamos marginados los mochileros (en su mayoría Argentinos), que como nosotras van subiendo o bajando las Américas.

Es un país recomendado para pasar unas vacaciones tranquilas ya que los lugares turísticos son pueblos pequeños, con buena infraestructura hotelera y con decenas de compañías de coches de alquiler. Tiene gran variedad para lo pequeño que es el territorio (similar en extensión a Croacia), con costas y playas en el Caribe y Pacífico, volcanes, montañas, ríos. Decenas de montajes para entretener al turista dispuesto a pagar 50$ (tirolinas, rafting, diving, etc.) o naturaleza de pago en parques nacionales con fáciles senderos habilitados (a 15$ para extranjeros).

Si bien es un país perfecto para el turismo convencional, al país le falta personalidad y carácter. Extrañamos la esencia y cultura latinas o una impronta local que destaque (exceptuando la costa Caribe con su población negra). Lo que tiene para ofrecer es el “ecoturismo” y así lo han vendido. En las despobladas costas queda  bastante fauna que se ha salvado, en parte, porque al no sufrir guerras, la gente no se tuvo que comer todo lo que se movía (como en los países vecinos), y porque no es mucha la población (actualmente, hay sólo unos 5 millones de Ticos). También establecieron reservas para proteger los bosques que habían sobrevivido a la deforestación de las bananeras y de las fincas ganaderas.

Nos llamó la atención la actitud de los Ticos frente a su país. Les han convencido que son el mejor país de la región y se lo creen. Así que para ellos no hay motivos de quejarse. Es cierto que el salario mínimo medio de 500$ ayuda, pero con los precios tan altos no se podría vivir con menos. 
Así que el “Pura Vida” que tanto repiten, es un buen analgésico para lidiar a diario con un sistema público de transporte malo, carreteras pésimas, precios altos y cero inversión pública. A la población local le queda una vida tropical y relajada, la pura vida que en realidad no es tan placentera, gente resignada, de la que se aprovechan los políticos.

Y es que Costa Rica es un país caro, también para el habitante local, ya que el país padece una carestía enorme creada por los dólares que dejan los turistas, quienes van soltando billetes por doquier. La compra básica en un supermercado es mucho más cara que en España (y ya no digamos una lata pequeña de cerveza que cuesta casi 1.5$!).
Comer fuera cualquier plato sencillo supone al menos  2.500 Colones (5$). Y “sencillo” quiere decir “arroz+fríjoles+algo más”. Así sobreviven los Ticos, a punta de Gallo Pinto y Casados y gracias a la “ayuda de Dios”, porque nunca faltan varias iglesias en cada pueblo, gente recitando la Biblia en el bus, escuelas cristianas. Así de controladitos los tienen, a punta de “pura vida” y religión.

Puede que estas cosas no las vea el turista convencional y no es lo que queremos destacar del país, pero siempre nos gusta contaros lo que vemos al otro lado de las fachadas, mirando por las puertas de atrás. 


Realmente nos disfrutamos mucho el recorrido por Costa Rica, sobretodo la Costa Caribe, la única zona del país con carácter. Mezcla de población indígena (la poca que queda, no como en Panamá) y sobre todo de Afro-descendientes traídos de Jamaica para construir el ferrocarril y trabajar en las bananeras.  Hablan un inglés roto entre ellos y mantienen sus costumbres. En la época estuvieron en una especie de “apartheid” regional ya que los negros no podían salir de la zona de Limón hasta hace 50 años. Increíble.

Ahora el aislamiento de esta zona Caribe se da por la fama de insegura. Desde que llegamos nos advirtieron que circulaba mucha droga, que habían atracos, que los jóvenes sólo buscaban dinero fácil. Lo cierto es que nos sentimos muy a gusto y nunca percibimos inseguridad aunque se vea pobreza.

En Puerto Viejo y sus alrededores, uno de los pocos rincones de la costa Caribe Centro-Americana donde el arrecife se acerca a la costa (hay mucho manglar y mar fuerte en cientos de km) disfrutamos de las mejores playas del país (para nosotras), con mar turquesa y arena clara, la típica postal caribeña! 
Selva verde exuberante, cocoteros costeros (a los cocos frescos los llaman “pipas”), una humedad altísima y animales: osos perezosos, monos, ranitas, pájaros.

Poco se habla de ello, pero el Caribe de Costa Rica está lleno de enormes plantaciones bananeras de multinacionales de Estados Unidos (Dole, Chiquita, Del Monte, surgidas de la ya centenaria United Fruit). El país es el segundo exportador mundial de bananas!  También hay mucho cultivo de piñas y otras frutas tropicales.


Pudimos conocer esta parte no turística del país gracias a Sonia y Rafa, una pareja que nos recibió en un pueblo bananero. 
Nos despertaban las avionetas fumigando todas las mañanas (no todo es orgánico y ecológico en Costa Rica). 
Una suerte poder ver todo el proceso del banano y acercarnos a la vida de estas gentes trabajadoras.


¿República Bananera?  Pues sí, Costa Rica es una de ellas.

Así es que comimos mucho banano y plátano durante semanas (de las pocas frutas baratas que se pueden comprar). Como sólo queda en el país lo que no tiene calidad exportación, los bananos los venden sueltos, de uno en uno.
 
Seguimos a Tortuguero, un pueblito en la costa Caribe Norte donde puedes caminar descalzo por sus calles de arena y donde se llega por lancha pública entre canales y ríos (fueron habilitados para transporte maderero). Es famoso por el desove de tortugas verdes y muy visitado por grupos organizados de turistas. No coincidimos con la temporada del desove, sólo vimos huellas, nidos y tortuguitas muertas.

Pasamos un par de noches en San José en el poblado Valle Central. Poco o nada para ver, no te pierdes mucho si pasas de largo. La verdad, el centro son unas pocas calles comerciales y administrativas, no parece una capital, salvo por las terribles “presas” (así les dicen a los atascos) y eso que la ciudad es pequeña. Hay partes feas con gente durmiendo en la calle, lugares oscuros que no dan mucha seguridad, zonas degradadas, quebradas sucias.

Nos quedamos con Carlos en su mini-apartamento (paga 1.000$ de alquiler)  cercano al estadio nacional donde jugaba “la Sele” contra los USA. Y ganó! Mucha pasión por el fútbol, y más ahora con Keylor Navas.
Por cierto, sabías que la gente de la zona central habla con un acento similar a los Colombianos, y usan el “vos”?

El Valle Central tiene muchos pueblos, es la zona más poblada de Costa Rica, entre montañas y quebradas, rodeado de volcanes que rara vez se dejan ver. Hay parques nacionales y carreteras a las cimas para que los turistas no suden y pasen por caja para tomar fotos... cuando los cráteres se dejan ver entre la niebla (no fuimos, llovía). Nubes del Caribe y del Pacífico tan cercanos en el istmo americano se concentran por esta  región alta (entre 1.500 y 3.000 m) y más fresca.  Tierras fértiles y verdes donde crece el afamado café de Costa Rica. Los Ticos beben mucho café y nunca falta un “chorreador” en la casa, que es un filtro de tela sujeto por un alambre para colar el café. En los supermercados llama la atención la cantidad de marcas y paquetes que venden, uno de los pocos productos con precio asequible.

De la capital seguimos  rumbo a La Fortuna. 5 horas de bus para hacer 130 km y eso que era “express directo”! En Costa Rica el transporte público es bastante malo y lento (1 hora para avanzar 30 km de media) y caro a 1.500 colones (3$) la hora recorrida. Los buses parecen modernos pero no lo son tanto y nunca llevan AC (salvo los internacionales).

Y encima entre muchos pueblos no hay casi frecuencia, eso sí, hay al menos un bus diario entre San José y cada pueblo para que todos lleguen a la capital. Por ello muchos turistas alquilan coche y los Ticos como mucho se compran una moto, los coches nuevos son muy caros (se ven bastantes coches viejos y muchos taxis “piratas” bien desvencijados).

Uno de los atractivos que tuvo Costa Rica fue el volcán Arenal, que estuvo más de 40 años vomitando lava y cenizas hasta el 2010. Como ya no se ve lava se han inventado actividades y montajes por el pueblo y lo mismo en Monteverde, en las colinas cercanas, entre vacas lecheras y parches de bosque húmedo tropical. 

Tirolinas, pasarelas colgantes, puedes hacer el Tarzán de la selva,  el tour del cacao, fábrica de queso y lo que quieras pagar.

Paseamos, descansamos, nos la ingeniamos para encontrar algo gratis que hacer y tuvimos la suerte de ver cómo viven los locales ya que nos quedamos en la cabaña de Karina y Jefran en Monteverde. No falta trabajo para muchos jóvenes de la zona entre tanto desarrollo turístico. Aunque el trabajo más esclavo y peor pagado (también en el campo) se lo dejan a la gente de Nicaragua (muchos en situación irregular).

Pusimos rumbo al Pacífico Norte. Si las carreteras en Costa Rica son en general estrechas y con bastantes huecos, empeoran por la costa Pacífica. El asfalto sólo llega a algunas zonas y los buses son aún más escasos. Así es que nos tocó “pedir ride” (hacer dedo) varias veces, siempre con suerte.  

Recorrimos gran parte de la costa de la península de Nicoya, entre Sámara y Tamarindo. Esta región se ha ido desarrollando cada vez más, nada que ver con el remoto Caribe. El Pacífico Norte es el gran destino de playa en Costa Rica, sobre todo para los  gringos. Pero todo se ha dejado a la inversión privada, mientras ves casas tipo “Malibú” de más de un millón de dólares, las carreteras secundarias y las calles son de tierra y los puentes, cuando los hay, son de un solo carril. A menudo para atravesar los ríos hay que meter el vehículo al agua. Cero inversión pública, aunque la excusa es la preservación.

Durante nuestra estancia pasó el huracán Otto y fue muy ilustrativo de cómo es Costa Rica. El país se suele librar de este tipo de fenómenos (aunque no de terremotos y erupciones), así que el protocolo de emergencia fue poco serio y alarmista. Viendo el noticiero con el presidente y el comité de expertos daba risa (o ganas de llorar), desinformación para crear confusión y los Ticos no se enteraban de mucho. Menos mal Costa Rica no tiene  ejército!

Finalmente por el Pacífico no se movió ni una hoja pero hubo un temblor en El Salvador con alerta de tsunami. Nosotras huyendo del huracán y pudo llegar la gran ola, menos mal todo quedó en anécdota.

Pasamos 3 semanas tranquilas por esta costa del Pacífico. Dormimos en cámpings rústicos frente al mar (los precios de las habitaciones en la playa son caros). Cocinamos a menudo a la leña como los locales, caminamos mucho por las largas playas, cruzamos esteros con señales de cocodrilos (siguiendo a los locales y pescadores), y aprendimos mucho sobre las tortugas que vimos desovar y nacer. 


Costa Rica. Un país ideal para desconectar, descansar y disfrutar de sus playas aún bastante salvajes y de los animales que aún quedan. Eso sí, recordaremos los bichos que no nos dieron tregua. No sólo mosquitos sino las terribles “purrujas”, unos jejenes microscópicos que están en todo lado y te pican incluso por encima de la ropa. Los granos y el picor duran semanas, así que hemos andado con el cuerpo “tatuado”.

Vamos, que comprobamos en persona esta parte de la biodiversidad de Costa Rica. Entendimos el por qué estas zonas costeras de Centroamérica han estado poco pobladas. Si así es ahora, no podemos imaginar cómo fue esta selva siglos atrás. Pobres animales, ahora les toca picar a los desabridos turistas!


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