CRONICA CHILE ATACAMA
Mayo2016
Nos quedamos a mediados de mayo, saliendo del
tour de Uyuni y entrando de nuevo a Chile por unos días. Una frontera en mitad
del vacío altiplano, a 4.500
m, junto al volcán Licancabur, camélidos y lagunas. Sólo
turistas pasamos por ahí. Bellos paisajes bajo un viento glacial.
Así es que cambiamos de un Toyota 4x4 bien mantenido de la
agencia boliviana a una furgoneta Mercedes de la compañía chilena asociada. “Sipo”,
bienvenidos a Chile!
Por una carretera nueva asfaltada (que conecta también con
Argentina) bajamos hasta San Pedro de Atacama. 2.000 m de caída en picado
en menos de 45 minutos! El desierto de Atacama inmenso se presentaba ante
nosotras, árido, con cicatrices geológicas, imágenes de otro mundo. Y detrás el
altiplano andino, con sus volcanes, casi siempre omnipresentes en este estrecho
país.
San Pedro de Atacama es 100% turístico. Un pueblito de
adobe, antigua misión que creció al borde de un río, un verdadero oasis en
mitad del desierto. Turistas por todo lado y eso que nos dijeron que era
temporada baja.
Tuvimos la suerte de que Karem nos recibiera en su pequeña cabaña.
Es casi imposible conseguir un “host” en San Pedro pero lo logramos! Así es que
nos dedicamos a descansar tras los 3 días del tour, a solearnos (cielos azules
y noches frías), a caminar un poco por los alrededores y disfrutar de las
vistas.
Porque cualquier cosa que hagas en Atacama es cara y no
faltan decenas de agencias. Como siempre en Chile, se paga por todo (no es así
en Bolivia o Argentina). Así es que si hay unas formaciones como el Valle de la Luna, lagunas o geyseres,
observatorios astronómicos, a pagar entrada y además contratar bicicletas o
tours ya que todo queda lejos. Muy bien montado todo en Atacama! Por cierto,
que el tour de Uyuni contratado acá cuesta un 30% más y es exactamente el mismo
que el que hicimos pero en sentido contrario (en jeeps bolivianos). No hay duda
que los chilenos son buenos para los negocios!
Seguimos ruta hacia Calama, 100 km al oeste y por una
vez tomamos un bus en Chile (el pasaje no era caro). Fuertes vientos por estas
tierras ásperas. Y muchas tumbas a los lados de la carretera, super decoradas
(hasta con coches empotrados, cual instalación de museo moderno). La monotonía
del desierto y las largas distancias chilenas matan!
Calama es una ciudad que ha crecido por el turismo
(aeropuerto de entrada a Atacama) y sobre todo por las minas. Hay decenas por
este norte chileno.
Gentes de todo Chile han venido a probar suerte por este
desierto, como la familia de Marcelo, Javiera y la pequeña Martina, que nos
recibieron amablemente en Calama.
A kilómetros de distancia, se ve la enorme nube de polvo de
Chuquicamata, “Chuqui” familiarmente, estamos a 2.800 m de altura. La mina
de cobre a cielo abierto más grande del mundo!
Las cifras son impresionantes. Un hueco en espiral, cada vez
más profundo, inmenso. Con decir que cada uno de los gigantes camiones
transportan 350 toneladas y cuestan 5 millones de dólares. Así consumen
también, cada vez hay es menos rentable por la profundidad de la mina. Llevan
ya 100 años de explotación y dicen que seguirán hasta el 2020, fecha en la que
comenzará una explotación subterránea para al menos unos 50 años más.
Codelco (corporación nacional del cobre), empresa estatal
chilena, organiza tours gratuitos a la mina desde Calama. Así es que nos
apuntamos, claro está.
Increíble ver las riquezas de este continente americano!
Impresionante!
Pequeña reseña histórica. Parte de esta región de Atacama
era antes Bolivia. Es decir el país andino tenía tramo de costa con el gran
puerto de Antofagasta y sobre todo estas tierras ricas en minas y salitreras.
La guerra del Pacífico (hace algo menos de 150 años, cuando Chile invadió parte
de Bolivia y Perú) cambio los límites territoriales. Y no faltan pintadas por
Bolivia de “Chile, devuelvenos el mar!”, aunque no sólo era una disputa por
este motivo. Y aún hoy Evo Morales y Michele Bachelet siguen discutiendo sobre
fronteras y territorios.
Siempre América Latina tan dividida, con sus venas abiertas!
De Calama seguimos hacia el norte. Esta vez a dedo, una vez
más en Chile.
Son kilómetros a través del Desierto de Atacama. El más seco
del mundo. Hay algunas partes arenosas, pero en general son enormes campos
rocosos o de barros solidificados, diferentes formaciones. Pelado de
vegetación, impresiona no ver ni arbustos. En algunos cerros hay geoglifos y
petroglifos. Ya en tiempos muy antiguos habían rutas entre la cordillera y el
mar. En general siguiendo cursos de
agua, donde el desierto se convierte en oasis, con árboles que crecen sin
troncos, donde aún viven pequeñas comunidades. Paisajes bien especiales y
desolados. Vacío terrenal!
Y de repente, aparecen a lo lejos, enormes instalaciones
industriales. Explotan el salitre, nitratos de potasio y de sodio, usados como
fertilizantes y para fabricar explosivos. Muchas oficinas salitreras quedaron
abandonadas desde hace 100 años, cuando se inventaron los nitratos artificiales.
Son ciudades fantasma en mitad del desierto.
Como por arte de magia, nos situamos al borde de un
acantilado gigante precipitándonos hacia el océano Pacífico, Iquique a nuestros
piés con la inmensa duna Dragón delante. Que paisaje tan increíble!
Iquique es una ciudad grande, que ha crecido también mucho,
por la minería, la zona franca (al igual que Punta Arenas al sur, el gobierno
chileno ha creado estas ventajas fiscales en las regiones extremas del país) y
el turismo. Sí, el clima es soleado y cálido todo el año y fue delicioso pasear
por la playa y ver a los surfers, a finales del mes de mayo, pensando en el
frío intenso que estarán pasando en la Patagonia. Iquique,
una ciudad agradable, con un barrio colonial centenario, con casas de madera.
Sí, madera en este desierto de Atacama, traída de Oregon-USA en la época de las
salitreras.
Unos días al borde del océano, reponiendo energías, más aún
gracias a la acogida de Mitzy en su lindo apartamento con vistas.
Y del mar tomamos un bus Chile-Bolivia, a precio boliviano (500 km y ocho horas de ruta
hasta Oruro nos costaron unos 7 €!) y pusimos de nuevo rumbo al altiplano. Otra
vez sobre 4.000 m,
sufriendo un poco de soroche por estos cambios bruscos de altura.
Adios a Chile! Algo más de 2 meses recorriendo este país,
tan largo y estrecho, casi 6.000
km de ruta. Siempre nos sentimos a gusto y bien acogidas
por los chilenos.
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