CRONICA CARRETERA AUSTRAL DE CHILE, primera parte.
Enero-Febrero 2016
Tras el par de semanas intensas
en caminatas por la región de los Lagos de Argentina, pusimos rumbo por primera
vez a Chile. Nos libramos del incendio que estaba quemando parte del parque
nacional Los Alerces y aunque el tráfico estaba desviado pudimos llegar a la
carretera de ripio (gravilla) que conecta Trevelin- Argentina con Futaleufu -
Chile. Una carretera muy poco transitada, paralela a un río enorme, entre
rocosas montañas, así es que nos tocó caminar algunos km hasta que alguién nos
levantó en la caja de su camioneta.
Llegar a Futaleufu y a los
pueblos chilenos de la zona es un gran cambio respecto a Argentina, pueblos
pequeños con cabañas rústicas y básicas de madera, que crujen al caminar en su
interior (las construyen sobre pilotes para aislarse de la humedad), con
estufas de leña y chimeneas que echan humo en pleno verano.
Pueblos con calles pavimentadas, plazas con juegos infantiles, muchos letreros de "por un Chile mejor!", se nota que el gobierno recientemente está haciendo cosas en estas zonas remotas y aisladas (más que en el lado argentino a primera impresión).
Pueblos con calles pavimentadas, plazas con juegos infantiles, muchos letreros de "por un Chile mejor!", se nota que el gobierno recientemente está haciendo cosas en estas zonas remotas y aisladas (más que en el lado argentino a primera impresión).
Un paisaje más verde, más lluvioso, se nota la humedad del
Pacífico. Más encajonado entre montañas.
A Futaleufu llegan hoy bastante turistas, para hacer rafting en una de los ríos más bravos del mundo. No en vano en idioma originario Futaleufu significa "río grande". Pero los 25 US$ que cuestan 2 horas de flotación o los 80 US$ del rafting no nos dieron ganas de probar estas aguas gélidas, además de que el clima estaba frío y lluvioso.
Por fortuna nos quedamos en casa de Cynthia, una chica
bonaerense que lleva varios años de rebusque por estas tierras perdidas.
Como Futeleufu queda más cerca de Argentina que de otros pueblos de Chile, el gobierno subsidia el transporte y por una vez nos sentamos comodamente en un minibus por poco más de 1 € para recorrer los 100 km de duro ripio que nos llevarían hasta el cruce de la Carretera Austral.
Allá, entre lluvia y obras de
pavimentación, nos encontramos con una legión de mochileros (casi todos
Chilenos y de Israel) que estaban intentando echar dedo. Y es que si los
jóvenes de Argentina se lanzan a recorrer con sus mochilas la región de lagos
de Bariloche, para los chilenos el reto es recorrer la mítica Carretera
Austral. Como el transporte es limitado, con malos horarios y caro, no queda
otra que intentarlo en autostop. También fueron apareciendo muchos
cicloturistas, algunos bajando incluso desde Alaska a Ushuaia!
La Carretera Austral
va desde Puerto Montt (donde dicen los chilenos que acaba "Chile" y
comienza la Patagonia
de verdad) hasta Villa O´Higgins, más de 1.200 km de carretera
(Chile es el país más largo del mundo, con más de 5.000 km). En la parte
norte, incluso hay que tomar ferries ya que fue imposible meter una ruta entre
paredes rocosas, pero no fuimos por esta parte.
La carretera, que se llamaba "Augusto Pinochet" (aún vimos algún cartel!), fue un proyecto hecho por los militares, comenzado a finales de los 70, durante la dictadura. Aún hoy hay partes en ripio pero poco a poco está siendo totalmente asfaltada y modernizada.
Bosques, ríos y cascadas, lagos, fiordos, ventisqueros y glaciares. Naturaleza pura! Sólo recorrerla es increíble!
La carretera, que se llamaba "Augusto Pinochet" (aún vimos algún cartel!), fue un proyecto hecho por los militares, comenzado a finales de los 70, durante la dictadura. Aún hoy hay partes en ripio pero poco a poco está siendo totalmente asfaltada y modernizada.
Bosques, ríos y cascadas, lagos, fiordos, ventisqueros y glaciares. Naturaleza pura! Sólo recorrerla es increíble!
La verdad es que tuvimos mucha
suerte por la Austral!
En Villa Santa Lucia, donde la fuerte competencia mochilera, conseguimos que nos levantaran unos chicos en 4x4 a las 20:00! Así que llegamos tarde a casa de Antonio en Puyuhuapi (menos mal anochece tarde). Originario de esta región, nos contó historias de este pueblo, creado por colonos alemanes, que ya sobrevolaron la zona hace 100 años. Tragedias de exterminio étnico, con corte de orejas y testículos, en plan trofeo de caza. Habló de su amor por la naturaleza que lo rodea, la dura vida austral, etc.
Nuestra suerte siguió al mediodía siguiente cuando preguntando en la oficina de información nos encontramos con Elvira, una furgonetera de Uruguay que viajaba con su Kangoo. No hizo falta que nos insistiera para unirnos a ella por 4 días hasta Coyhaique.
Motorizadas, pudimos detenernos en la ruta. En el parque nacional Queulat, disfrutamos del Ventisquero Colgante, del Bosque Encantado, con caminatas lindas, bosques llenos de musgos, cascadas y glaciares, 100% recomendados, espectaculares! Acampamos en el parque, conseguimos incluso pagar la entrada como chilenas (4 €), mucha suerte. Aunque el tiempo no nos acompaño el segundo día.
En Villa Santa Lucia, donde la fuerte competencia mochilera, conseguimos que nos levantaran unos chicos en 4x4 a las 20:00! Así que llegamos tarde a casa de Antonio en Puyuhuapi (menos mal anochece tarde). Originario de esta región, nos contó historias de este pueblo, creado por colonos alemanes, que ya sobrevolaron la zona hace 100 años. Tragedias de exterminio étnico, con corte de orejas y testículos, en plan trofeo de caza. Habló de su amor por la naturaleza que lo rodea, la dura vida austral, etc.
Nuestra suerte siguió al mediodía siguiente cuando preguntando en la oficina de información nos encontramos con Elvira, una furgonetera de Uruguay que viajaba con su Kangoo. No hizo falta que nos insistiera para unirnos a ella por 4 días hasta Coyhaique.
Motorizadas, pudimos detenernos en la ruta. En el parque nacional Queulat, disfrutamos del Ventisquero Colgante, del Bosque Encantado, con caminatas lindas, bosques llenos de musgos, cascadas y glaciares, 100% recomendados, espectaculares! Acampamos en el parque, conseguimos incluso pagar la entrada como chilenas (4 €), mucha suerte. Aunque el tiempo no nos acompaño el segundo día.
Acabamos al borde de un fiordo, en Puerto Cisnes, ya que se celebraba la fiesta del "Pescao Frito". Hacen una minga, un trabajo colectivo, que en este caso consiste en tirar al mar una casa de madera y la flotan por la bahía y luego la gente la remolca hasta su ubicación. La tradición viene de la isla de Chiloe y en el mes de febrero sobre todo (pleno verano) se celebran muchas fiestas costumbristas en la zona. La casa es una donación de la municipalidad, bajo sorteo. Gran fiesta, muchas botas de vino para jalar las cuerdas mejor, incluso nos obsequieron con merluza rebozada y torta frita. Bandas de música, bailes, todo el día y noche. Y pudimos probar el cordero al palo (pura mantequilla).
Incluso tuvimos la suerte de
que Kristian nos alojara en Puerto Cisnes, de última hora y durante la fiesta.
Trabaja con las salmoneras de la zona (los salmones fueron introducidos y son
criados en piscifactorias flotantes), nos contó que lleva el control vía wifi,
desde casa y que sólo sale de vez en cuando...
La fiesta fue la oportunidad de
ver que esta parte de Chile es mucho más mestiza que la Argentina, en gentes y
costumbres. Una región con fuerte personalidad. Una Patagonia más auténtica, con
gentes curtidas!
Un par de días de calor y sol, cielos azules, incluso Ainara se bañó en el mar viendo la nieve! La carretera austral estaba aún más bellas, con todo su paisaje al completo, libre de nieblas y nubes.
Seguimos ruta ya solas, sin
Elvira, desde Coyhaique, la única ciudad "grande" de la carretera
austral (50.000 habitantes incluso hay semáforos!).
Acabamos en un camión con otros
mochileros chilenos, nos libramos de otro incendio (esta parte es más seca, con
tierras de forraje) y llegamos a tiempo para tomar la barcaza que cruza el
enorme lago General Carrera - Buenos Aires (lado chileno y argentino, ni para
poner un nombre conjunto se ponen de acuerdo, Chile y Argentina divididas!).
Lago gigante, el segundo más grande de Sudamérica después del Titicaca.
Nos quedamos unos días en casa de Cristian, que vino hace
unos años desde Santiago en busca de ese misticismo y energía que tienen la Patagonia de Chile. Y
disfrutamos de un paseo por una reserva cercana, gracias a que Luis iba a
ayudar a esquilar ovejas en la chacra perdida y aislada de su padre y nos subió
en su coche. Después volvimos con una pareja que hace un pre-censo de las zonas
remotas, donde sólo vieven personas solitarias en mitad de la nada con sus
ovejas.
Así fue el primer contacto con la Patagonia de Chile.
Volveremos, nos quedó dar la vuelta completa al lago, el
valle del Cerro Castillo... y tomar ferry a Chiloé... dentro de unas semanas.
Comentarios
Publicar un comentario