CRONICA BOLIVIA CENTRAL
Mayo-Junio 2016
Tras unos días al borde del Pacífico Chileno, regresamos al
altiplano boliviano, entre cultivos de quinua, llamas y alpacas. Oruro, famoso
por su carnaval, no tiene mucho para hacer fuera de estas fechas, tan sólo es
una ciudad comercial. Así es que nos contentamos de ver las tiendas donde
venden los trajes y máscaras para las fiestas. Diabladas, morenadas, bailes,
mezcla de ritos cristianos e indígenas. Las máscaras con sus colores, dorados y
rojos, y muchos dragones nos recuerdan celebraciones del año nuevo chino.
¿Será?
De Oruro bajamos a Cochabamba, la ciudad de la eterna
primavera (como Medellín), cierto que el clima es más templado, una ciudad
agradable para vivir. Allá nos recibió Dani en su bonito departamento, una
jóven emprendedora de la que nos hicimos amiga. Como era festivo por Corpus
Cristo, su familia nos invitó a almorzar. Tan lindos!
Dani nos explicó lo que es el “anticrético”, algo muy
habitual en Bolivia a la hora de alquilar una casa. El inquilino da una
cantidad al dueño, pongamos 10.000$ por un departamento durante 2 años, y
pasado ese tiempo el dueño devuelve la misma cantidad. Increíble, ¿no? Al
parecer en Corea también se hacía antes mucho.
Cochabamba tiene fama de tener los mejores servicios médicos
de Bolivia. Y nos tocó probarlos. Sí, Sonia comenzó a ver manchas en un ojo y
como tiene la retina “zurzida” fuimos al oftalmólogo de urgencia. Por fortuna
todo bien, algo en el humor vítreo posiblemente causados por los cambios de
altura. Uf! Menor mal no ha perdido su verdadero humor!
De Cochabamba bajamos en picado 3.000 m hasta la Bolivia verde, tropical,
el gigantesco Oriente, pasando por la zona cocalera con varios controles
anti-narcóticos (la verdad es que no controlaban nada!). Parece que por estas
tierras bajas de la cordillera se mueve droga, la DEA andaba por la zona. Nosotras
sólo vimos hojas de coca secando delante de las casas y un enorme aeropuerto
nuevo en mitad de la nada. Muchos bolivianos mascan coca (una bolsita cuesta
menos de 1 €), no sólo en el altiplano; vimos también por el Oriente muchos
cachetes hinchados (se meten una cantidad enorme de hojas en la boca).
Tras la larga ruta (más de 11 h en un bus), llegamos
cansadas a Santa Cruz de La
Sierra, la ciudad más moderna de Bolivia, motor económico del
país, tierras de cultivos enormes, ganadería, gas, petróleo. Pero con poco para
ver.
Mientras reponíamos las energías, vivimos algo muy
boliviano: los cortes de carreteras! Sí, no es historia pasada. Cada pocas
semanas hay paros de camioneros, transportistas, mineros, cocaleros. Así
durante 4 días, a comienzos de junio, media Bolivia estuvo paralizada por los
camioneros. Por fortuna estábamos en las afueras de Santa Cruz, en casa de
Edgar y no puso problema en alargar nuestra estadía.
Salimos de la terminal de Santa Cruz con las cámaras de
televisión filmando la normalidad de movimientos y pasamos la noche en un bus
cama, lleno de menonitas. Ya habíamos visto estas gentes extrañas en Paraguay.
En Bolivia, vinieron hace unos 50 años, son muy conservadores en sus
vestimentas y costumbres, viven en zonas rurales, cultivando soja o con ganadería
y hablan alemán. Todos los hombres con sus petos oscuros y las mujeres con sus
faldas largas y sus velos. De otra época.
De Trinidad a Rurrenabaque atravesamos el departamento del
Beni, con enormes llanuras, ríos y lagunas, miles de pájaros, pedazos de selva
que se han salvado entre enormes tierras ganaderas. La Amazonía no está muy
lejos, también se nota en los rasgos de las gentes (muy similares a los del
sudeste de Asia). Las carreteras por estas pampas húmedas son pistas de tierra,
pura plastilina cuando llueve (y con el cambio climático, estaba lloviendo en
el invierno seco). Así es que patinamos durante horas para llegar a destino,
pero llegamos!
Un poco lamentadas por esta larga aventura, pero había que
ir y conocer.
Muchos turistas llegan a Rurrenabaque para hacer el tour de
3 días por el Río Yacuma, famoso lugar de Sudamérica para ver vida salvaje. Al
ver el video en la agencia, nos miramos con cara de decir: “la que nos espera!”.
Pero ya que llegamos tan lejos, pagamos los 140 € por las dos que nos costaba
la broma y listas para el tour de la pampa.
Te llevan en canoa por el río Yacuma y en efecto hay
animales. Caimanes, tortugas, delfines rosados, capibaras, algunos monos y
pájaros grandes. En un par de horas ya
lo has visto todo, pero el tour dura 3 días y te pasean río arriba y abajo una
y otra vez.
Así es que para entretenernos nos llevaron a buscar la
anaconda por una marisma apestosa (obvio que no la encontramos), a pescar pirañas
(sólo mordió una, pequeñísima), a nadar con delfines (se asustaron al oler a
los turistas), a ver el atardecer sobre la pampa llena de vacas (y nos comieron
los mosquitos e insectos varios). Bastante aburrido, la verdad! Menos mal nos
daban bien de comer en el campamento. Y que habían mantas. Sí, tan sólo tuvimos
un día tropical y luego experimentamos el “surazo”, un viento frío y húmedo que
sube desde Patagonia. Una especie de gota fría y la sufrimos! Nosotras que
veníamos a sudar en la Bolivia
tropical estábamos con ganas de volver al altiplano para ver sus cielos azules
y el sol!
Así es que pusimos de nuevo rumbo a las tierras altas,
parando un par de días en Las Yungas, para aclimatarnos, 2.000 m por debajo de La Paz por la Carretera de la Muerte. Curvas y
más curvas, menos mal hay una nueva ruta, con menos precipicios.
En La Paz,
nos recibió Mica, una coreana hija de unos amigos de couchsurfing que fueron
nuestros hosts en Corea hace 3 años. Como vive en la parte sur de la capital,
nos permitió atravesar toda la ciudad, mejor dicho, bajar los 1.000 m de desnivel desde
las zonas altas a las bajas donde viven los más ricos.
Visitamos el centro un domingo, todo más tranquilo, con
muchas familias de paseo, tomándose fotos, descansando, artistas callejeros,
colecta de sangre. No hay mucha cosa monumental, algún monasterio antiguo,
restos coloniales, plazas, mercados.
El lunes la ciudad quedó silenciosa debido al paro de
transportistas (quieren subir las tarifas, dicen la ciudad es demasiado grande.
El pasaje cuesta de 2 a
3 Bolivianos, menos de 0.3 €). Así es que tomamos el nuevo transporte de la
ciudad, el teleférico (tomaron la idea de Medellín). Tecnología Suiza por menos
de 0.5 € el trayecto. Hay ya 3 líneas funcionando y van a hacer otras 6. Un
verdadero recorrido turístico, pasando de 3.000 a 4.000 m de altura, vistas
únicas sobre la ciudad y las montañas.
Una orografía compleja, curiosa, con cerros secos de colores
de formas raras, rodeada de nevados de más de 6.000 m. La Paz, una capital bien
diferente!
Y para acabar nuestra larga ruta por Bolivia (habrán sido 4.000 km recorridos!), hemos
pasado una semana relajadas al borde del lago Titicaca, la “playa” de Bolivia,
bueno aunque queda a 3.800 m
de altura!
Hace 11 años (ay, que viejas!) estuvimos por el lado
peruano. Esta vez descansamos en Copacabana, un pueblito tranquilo con la mejor
oferta de hoteles de Bolivia. Conseguimos habitación con baño, wifi y TV cable
por menos de 7 € y encima soleada que es como tener calefacción en el frío
altiplano. Paseamos por la costanera, comimos trucha, conversamos con los
locales. Siempre calmados y respetuosos. Observamos a estas gentes Aymaras,
muchas cholitas y los hombres con sombrero, espiritú de comunidad, todo el mundo
comparte faena. “Y usted que día descansa? Nunca, cuando no vengo a vender
almuerzo al mercado, estoy en la chacra, o lavando o con cosas de la casa. Así
es que acá en el mercado es cuando más descanso, sobre todo cuando hay menos
clientes!”. Vidas sencillas de gentes laboriosas.
Nos acercamos a la
vecina Isla del Sol, buen lugar para caminar entre colinas, terrazas, playas,
comunidades. Con vistas increíbles sobre la Cordillera Real
boliviana y las montañas peruanas.
Nos vamos de Bolivia contentas, descansadas. La gente nos ha
parecido muy correcta, tímidos pero siempre con ganas de conversar, de
preguntar, hay que romper el hielo.
Un estado plurinacional, donde cada uno tiene su espacio.
Adios a Bolivia!
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