Cataratas Victoria. El humo que truena.
Enero 2015
Hasta hace unos pocos meses no
teníamos ni idea de donde quedaban las cataratas Victoria o Victoria Falls. Nos
sonaban a lugar remoto, escondido en la selva profunda del África, difícil de
llegar. Ideas falsas que tenemos del continente. Tras una noche en tren desde
Bulawayo, allá estábamos nosotras viendo caer la cortina de agua.
Las cataratas Victoria quedan
justo en la frontera entre Zimbabwe y Zambia, ambos países se reparten esta
zona del Zambezi, el gran río del sur de África.
¿Remotas? Seguro que lo fueron, cuando
llegó por acá el explorador y misionero Doctor Livingstone, hace algo más de 150 años, navegando por el
Zambezi, buscando nuevas rutas para la corona británica. Y así quedaron
bautizadas las cataratas en honor a la super poderosa reina Victoria de la
época. Y poco originales con los nombres, ¿cómo nombraron al nuevo asentamiento
colonial? Pues Livingstone.
Puente frontera entre Zambia y Zimbabwe |
La gente local africana siempre
ha sido más poética, llamando a las cataratas Mosi-Oa-Tunya, el “humo que
truena”.
Ahora no hace falta llegar en
canoa cual explorador. Hay incluso dos aeropuertos internacionales en la zona,
uno en Zimbabwe y otro en Zambia. Y al parecer habían ya vuelos desde
Inglaterra hace más de 50 años!
Ya por el 1905 Mr. Rhodes
construyó un ferrocarril para unir su “Rhodesia”, atravesando la garganta del
Zambezi con un puente de hierro impresionante
aún en uso. Y Victoria Falls se convirtió en el gran destino turístico
del sur de Africa desde esos días lejanos. Aún quedan algunos edificios
coloniales en Livingstone y el famoso hotel centenario, Victoria Falls Hotel.
La verdad es que las cataratas no
defraudan, sobre todo que como no hemos estado en Niagara ni Iguazú no tenemos
con que comparar. Miden más de kilómetro y medio y caen unos 100 metros (son las más
altas). Con la luz de la tarde se forman enormes arco-iris, parece un milagro
de la naturaleza. Con el ruido de la caída es mágico. Es increíble ver la
garganta que ha creado la fuerza del agua, perforando un enorme macizo de duro
basalto.
Gracias a un buen comienzo de la
temporada de lluvias, el nivel del agua estaba perfecto. Un mes antes, en
diciembre, las cataratas estaban casi secas y en unas semanas con más
precipitaciones se formará una tremenda
nube, que no deja ver nada y de la que sales duchado.
Visitamos sólo el lado de
Zimbabwe, con un recorrido de miradores más largo. La visita no es barata: son
30 $ por persona y no dura mucho más de dos horas. El lado de Zambia, desde el
sólo se ve el 15% de la caída lineal de agua, hubieran sido otros 20 $ por
cabeza. Esto es Africa! El sitio es bonito por lo menos. Y no hay manera de ver
las cataratas si no pagas.
Además, para tener entretenido al
personal, han convertido Victoria Falls en la capital de actividades de África.
Vuelos en helicóptero, bungee jumping desde el puente, rafting, zip y swing por
la garganta, granja de crocodilos e incluso submarinismo en caja entre
crocodilos, caminatas con leones, paseos sobre elefantes, safaris, etc, etc.
Unos 100 $ por actividad!
Incluso se puede caminar por el
borde de la caída y bañarte en una piscinita en la enorme cascada, previa
contratación de un guía. Un paso en falso y ayyyyyy! Vimos un grupo bañándose y
también un pescador local jugándose la vida al borde del abismo, esos peces
deben de ser bien especiales!
No hicimos más que caminar y
contemplar todas las vistas del río y de la garganta que son gratis (de
momento). Animales vimos pocos, deben de estar asustados con los turistas y sus
actividades.
En Livingstone, en al lado de
Zambia, a 10 km
de las cataratas, nos recibió una lluvia de mangos. Que delicia! Caían sin
parar en el jardín del backpackers para felicidad de todos.
Días tranquilos, conversando con
Pablo y Cecilia (argentinos), Gustavo (mexicano), Jim (Arizona), también con un
padre e hijo colombianos. Pequeño es el mundo! Tanto latino por acá. Se nota
que Victoria Falls es uno de los grandes destinos turísticos de África.
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