La Antigua, joya colonial de Guatemala.
LA
ANTIGUA, JOYA COLONIAL DE GUATEMALA
Que ciudades como La Antigua Guatemala
hayan conservado su carácter colonial son un verdadero milagro en esta
Centro-América de feas y desordenadas ciudades. Junto con Granada en Nicaragua,
este par de ciudades destacan tanto por sus tradiciones como por su
arquitectura colonial, aún hoy perdura algo del esplendor de la época de los
Españoles, cuando fueron asentamiento de la élite que controlaba el poder de la
zona.
Si en Granada se percibe la
cotidianidad de sus tranquilas calles donde circulan caballos y carruajes, a
ritmo de mecedora para sobrellevar el intenso calor, La Antigua cambia mucho a
lo largo de la semana y se requiere tiempo para disfrutar plenamente de esta
agradable ciudad.
Antigua se ubica en una llanura
rodeada de abruptas colinas y amenazada por 3 volcanes que alcanzan casi los
4.000 m.
Fue la capital colonial de Centro-América que controló desde el sur de
México hasta Costa Rica, no sólo el poder económico sino religioso y una
muestra de ello es el tamaño y cantidad de iglesias. El poderío y la riqueza perduran.
Los fines de semana su centro se llena
de turistas nacionales y extranjeros (está a 1 hora en bus de la capital),
muchos de los cuales recorren en pocas horas el Parque Central, la Calle del
Arco, la Plaza de la Merced, toman algo en los caros y turísticos restaurantes,
escuchan un rato algún grupo de marimba y rebuscadores con sus flautas. Dejan
40 Quetzales (5$) visitando alguna ruina de monasterios convertidas en museos,
pasean a pié o en carruaje, entre un desfile constante de mujeres indígenas
venidas de pueblos cercanos, cargadas de telas cual mercaderes. “Hola amiga, tú
comprar, barato. 20 Quetzales, bueno 10!”. Los que se quedan en la noche
disfrutan de la bella iluminación de la plaza. Hay oferta para todos los
gustos.
Nosotras tuvimos la suerte de disfrutar
varios días en La Antigua, de recorrer con calma sus calles empedradas de casas
bajas y curiosas chimeneas, más allá de las cuadras centrales. Nos alojó Dennizon, un joven artista despreocupado,
alternativo, que intenta rebuscársela en esta ciudad histórica y cultural. Compartió
su pequeño cuarto en un barrio de las afueras, en lo alto, ya que son pocos los
que pueden vivir en el caro centro. Al ser uno de los lugares más turísticos, el
alojamiento no es tan barato como en el resto de Guatemala.
Disfrutamos mirando cada día las
siluetas de los volcanes. El más imponente por su cercanía es el Volcán de
Agua, llamado así porque al poco de llegar los españoles “inundó” la ciudad al
vaciar el agua acumulada en su cima, lo que obligó a desplazar la ciudad, dejando
muchos muertos. El Acatenango, el más alto y su vecino Volcán de Fuego, bien
activo, con fumarolas constantes y que nos regaló una explosión una tarde,
aunque nos quedamos sin verlo vomitar lava (al menos una vez al mes lo hace).
Tierras volcánicas y fértiles, muy secas en estos meses, cubiertas de cafetales
y aguacatales.
La historia de la ciudad es curiosa. A
diferencia de otras muchas ciudades, se supone que no se construyó sobre
asentamientos indígenas prehispánicos, ya que dicen que antes había un lago en
estas tierras y se secó o lo fueron secando. Lo cierto es que después de la
inundación del volcán de Agua, otro desastre natural, esta vez un terremoto,
hizo que a finales del S.XVIII se trasladara la capital a 40 km, y así quedaron
la actual capital, Ciudad de Guatemala y La Antigua.
Una versión no oficial cuenta que
fueron ricos terratenientes, que al querer revalorizar sus tierras fueron los que
hicieron trasladar la capital y que las iglesias y monasterios no fueron
destruidos por el terremoto sino que fueron bombardeados.
Esto nos lo contó una pareja
Antigüeña, con los que nos pusimos a platicar y que nos invitó a un café y
rompopo (un trago con yema de huevo) en su vieja casona. “Nuestras familias
eran de origen español y alemán, ya varias generaciones por estas tierras. Es caro
mantener estas casonas, por eso a muchos les se ha tocado dividirlas o
alquilarlas por temporadas.
Actualmente La Antigua sigue siendo un
bastión religioso. De las iglesias y monasterios enormes quedan las ruinas,
aunque otros siguen funcionando y es fácil ver casi en cada cuadra alguna
edificación religiosa. Uno de los edificios más grandes es el antiguo
monasterio jesuita, hoy en manos de la Agencia Española de Cooperación y
Desarrollo, donde acuden muchos estudiantes, con biblioteca, exposiciones
gratuitas, agenda cultural. Porque La Antigua se mueve, siempre hay alguna
actividad, teatro, conciertos, exposiciones.
Muchas costumbres coloniales se han
mantenido. Como el fervor durante la Semana Santa. Y como visitamos La Antigua
durante la Cuaresma pudimos ver parte de los preparativos. Ensayos de las Hermandades, como la famosa
Escuela del Cristo, procesiones, coloridas alfombras de aserrín, frutas y
flores. Nos sorprendió que hombres y mujeres cargan las andas, aunque sólo los
hombres van vestidos de “cucuruchos”. Desfilar es un orgullo para muchas
familias.
La Antigua es también lugar elegido
para bodas por ricas familias locales, expatriados gringos y mexicanos. Basta
acercarse un sábado tarde al Hotel Casa Santo Domingo, las ruinas del antiguo
monasterio centenario reconvertido en uno de los hoteles más lujosos de la
ciudad. Con un gusto exquisito, un verdadero museo, iluminado por cientos de
velitas y dejan entrar a verlo y sin pagar.
Como siempre nos apuntamos a todo
lo gratis incluso subimos al camioncito con Dennizon rumbo al Tenedor del
Cerro, un restaurante de los mismos propietarios en lo alto de una colina, con condominios
privados y galerías de arte.
Allá arriba nos enteramos que Miguel
Angel Asturias, guatemalteco, fue Premio Nobel de Literatura y gran viajero.
Que el Papa Juan Pablo II estuvo por La Antigua. Y siguiendo con los lugares gratuitos nos
metimos en varias galerías de arte y fotografía de la ciudad, entre patios
floridos con orquídeas colgantes, las cooperativas textiles, el museo del
chocolate de origen maya (“prueben este y este otro), los museos del jade. “¿Gustan
un café de la zona y su signo del horóscopo maya?” y sin comprar nada en las
joyerías anexas a talleres y exposiciones con réplicas. El jade era la piedra
preciosa de los mayas, que hacían máscaras e implantes en los dientes. Hay
minas en Guatemala. Muchas incógnitas sobre este mundo maya que seguimos
explorando poco a poco. Sonia es Tortuga y Ainara Conejo (puedes buscar el tuyo
online).
Nos olvidamos de la inseguridad y los
problemas del día a día en Guatemala, tras los primeros días alarmadas y pasar
por la capital. Otro país es posible en limitados lugares como este. “La
Antigua es tranquila”, nos dijo Dennizon, “pero no tomen riesgos. Una noche que
la estábamos pasando rico en una plazoleta de las afueras nos atracaron con
arma y todo. Esta es mi Guate!”.
Disfrutamos de muchos rincones de La
Antigua. Una ciudad que encierra gusto, riqueza y poder. Así son muchos los
extranjeros que también han elegido establecerse en la ciudad. Y no faltan
fincas en los alrededores, con alojamientos, restaurantes y muchos cafetales
(los alemanes fueron los precursores como en gran parte de América
Latina). Una ciudad con su cotidianidad,
el mercado, las escuelas, las lavanderas (como en toda Guatemala, aún hay piletas
- lavaderos públicos), los tuctucs. La tranquilidad entre semana y las oleadas
de visitantes los fines de semana. Gentes amables que nos hicieron sentir bien,
paseando y conversando por sus calles y patios. Y muchas gracias Dennizon por
estos días felices!
Puedes ver nuestro álbum de fotos de La Antigua.
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