Crónica de Veracruz

Andale! Seguimos remontando el Golfo de México, tierras tropicales, húmedas y calientes. Es fin de junio.

Paramos en Villahermosa, la capital del estado de Tabasco, que ni es “villa” ni es “hermosa”, una ciudad grande, bastante deprimida económicamente estos últimos años. La Pemex, petrolera estatal mexicana ha recortado mucha plantilla y los cárteles andan en acción por la zona. 

“Hace varios meses que no me paga la empresa de Texas para la que trabajo. Esto del petróleo ya no está chido (bueno) como antes”, nos dijo Caleb, nuestro couch en Tabasco, mientras nos tomábamos unas chelas frías y unos tacos un sábado en la noche en su casa. En el 2017, con el “gasolinazo” han subido los precios un 20% y la gasolina y el diésel están a unos 16 - 17 Pesos el litro (1 dólar). Y dicen van a liberalizar el mercado, hasta ahora nacionalizado.


Pocos turistas por estas llanuras verdes ricas en petróleo, ríos y lagunas llenas de cocodrilos. Tierras que vieron nacer una de las primeras grandes culturas de México, los Olmecas, con sus grandes cabezas misteriosas esculpidas en piedra.


Continuamos ruta hacia el norte y tocamos de nuevo la costa del Golfo de México en Veracruz, el puerto comercial más grande del país. Mucha historia en esta “puerta de América” ya que fue donde llegó Hernán Cortés hace casi 500 años, aunque poco queda de la Villa Rica de la Vera Cruz. Un ambiente relajado bajo un intenso calor,  mucho movimiento de contenedores en el céntrico puerto, un concurrido malecón donde no faltan puestos de nieves (helados), clavadistas que saltan por unas monedas, bailes en el Zócalo. Una ciudad en movimiento. 

Veracruz es conocida por su música. La famosa Bamba nació en estas tierras mexicanas, donde suena el Son Jarocho. Han sido muchas las gentes que han ido arribando a este puerto a lo largo de los siglos. Así llegaron la fusión musical con Cuba, barcos repletos de Republicanos Españoles durante la guerra civil, muchos inmigrantes libaneses (sabías que fueron ellos los que trajeron los rollos de carne y crearon los tacos al pastor que abundan en todo México).

Comimos sabrosos antojitos gracias a Eva, nuestra anfitriona, que nos invitó a desayunar en el restaurante que una vecina ha montado en su garaje (muchas mujeres se la rebuscan de esta manera). Se mueve dinero por Veracruz, que sigue creciendo, con su puerto, su comercio, enormes plazas comerciales y también con la visita de millones de Chilangos. Ciudad de México queda a sólo 400 km y es la playa más cercana, aunque el mar por el estado de Veracruz y el Golfo de México no es muy agraciado (no es el turquesa caribe). Un estado muy rico, con gran variedad de climas, gentes y paisajes.

En un par de horas de bus subimos a las verdes montañas hasta Xalapa, la capital del estado, entre neblina y chipi-chipi, una fina llovizna que te deja frío. No hay término medio en México. La verdad no vimos muchos “Jalapeños” en los mercados pero abundan otro tipo de chiles a cual más picante (aunque unos pocos son dulces). 


Una ciudad bastante caótica, poco para ver pero el fabuloso Museo Antropológico de Xalapa bien merece la visita (cuesta unos 2€!). Salas de una arquitectura de alto diseño y piezas que nos dejaron boqui-abiertas (sobre todo las cerámicas). Impresionante conocer todas las culturas del Golfo de México, que precedieron a los Mayas. Los Olmecas son llamados la “cultura madre” de Meso-América, presentes ya hace 3.000 años y que levantaron ciudades, tenían su escritura, matemática, astronomía, conocimiento que perduró durante siglos. Por cierto, sabías que ya usaban el petróleo en la costa y que la palabra “chapapote” viene del náhuatl?


En Xico, entre cascadas y cafetales (Veracruz y Chiapas son los estados cafetaleros), pudimos ver que muchas costumbres pre-hispánicas aún siguen vigentes. Al igual que en Guatemala, se mantiene un sincretismo religioso, bastante interesante. Tuvimos la suerte de ver un desfile para las Fiestas de la Magdalena, que duran todo un mes, ya que ponen diferentes vestidos a la Virgen cada día. Payasos y máscaras, mariachis, disfraces, un gran baile colectivo y colorido. Sólo nos perdimos las corridas, rodeos y encierros que aún no habían comenzado.    

Volvimos a bajar a tierra caliente para acercarnos a Papantla y al sitio arqueológico El Tajín. Famoso por los festivales culturales (aún quedan algunos indígenas por la zona) y los voladores (también los hay en otros rincones del centro de México). Dicen que era un ritual Totonaco de fertilidad, con cuatro danzantes que se cuelgan desde lo alto de un palo de 20 m de altura donde permanece tocando música el caporal. Dicen hay mucha matemática en estas acrobacias. Las ruinas son de un estilo diferente, con pirámides de nichos y muchos juegos de pelota. Y tuvimos la suerte que un francés, en perfecto español mexicano, arqueólogo y en Couchsurfing, nos hiciera la visita guiada. Muchas preguntas y pocas respuestas. Merci Benjamin!


Nos libramos del mal tiempo por el Caribe y el Golfo de México, a partir de mayo/junio llega la temporada de lluvias y de huracanes. Nos contaron que a los pocos días de nuestro paso, Veracruz se inundó (literal).

Esta vez sí, ponemos rumbo al Altiplano Central de México. En busca de un clima más seco y fresco, de nuevas aventuras y encuentros, por este México tan diverso. Continuará…


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